La quietud del agua recibiendo los tenues rayos de sol que se cuelan entre las ramas, las atormentadas por los inviernos y veranos, la hojarasca que se resiente de la noche quejandose con crujidos que solo aprecian los seres subterráneos.
La insignificancia que se adquiere al observar el conjunto y no encontrar un sitio en el que incluirnos, me recuerda fugazmente a los momentos en los que me he imaginado reflejado en otras sociedades y tampoco veía sitio para mí.
Puede que la labor social del hombre solo busque agruparse para recrear lo que perdimos al salir a la estepa.
sábado, 30 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario