viernes, 28 de noviembre de 2008

Pinchando globos

La vida, el enorme globo que se hincha a placer cuando le interesa, sin contar con nosotros.
Nunca se dehincha poco a poco, siempre revienta dejándote como lo que eres, una funda de aire en la que sopla quien quiere hacerlo, inflándote cuando quieren y pinchándote cuando dejan de quererte.
La suerte, la esquiva invitada que nunca aparece cuando le llamas, y te abandona cuando le apetece, dejándote como lo que eres, el globo que ya nadie quiere hinchar.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Serpientes

Sisean en la oscuridad mientras caminas a oscuras, acechando todo lo viviente mientras sus víctimas se acercan ignorantes de su desdichado destino.
Atacan con vigorosidad y rapidez, no dejan testigos y siempre están entre nosotros.
Y el plan para ayudarnos cuando pasamos hambre, es alimentarlos más con inyecciones de capital, para "no desestabilizar el sistema".
¡Cuando llegará el héroe que nos libre de nosotros mismos!

martes, 18 de noviembre de 2008

Cúmulos


Araña la delgada capa que protege nuestro más preciado órgano, desgarrándola por sorpresa, adentrándose en el músculo que mueve nuestros sentimientos.
La cúspide de sensaciones se alcanza con el cénit de su inmersión, dejando a la letanía el deseo, alargando el clímax del encuentro, simulando el orgasmo con tal de que no nos sintamos solos.
A veces solo hace falta un suspiro para empujarnos en la buena dirección.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Ciclos de vida


La espiral que emerge de la muerte señalando donde comienza la vida.
En una tumba de un cementerio de Normandía, la de algún soldado con menos suerte de la que esperaba cuando se enroló en el ejército.
Allí saludaba al día el habitante incauto, allí lo cazé para vosotros, allí sin tumba ni recuerdo, morirá cerrando el ciclo.

martes, 4 de noviembre de 2008

Albores


Aspero el terreno, árido el paisaje, desierta la flora. El frío me calaba hasta los huesos, la humedad hacía que el chubasquero chorreara, el cansancio me atrapaba, la soledad me rodeaba.
Al llegar arriba sólo pensaba en bajar, y entonces apareció el carro solar de Trundholm, y me sentí arropado hasta que el frío desapareció, bañado en luz hasta que la humedad se evaporó, acompañado como nunca lo había estado, descansado como tras dormir días, y el paisaje no podía ofrecer mejores vistas.
No se puede explicar con palabras lo que se siente al ser de los primeros en el país del sol naciente en observar a Ra aparecer por el horizonte.