sábado, 31 de enero de 2009

Posturas


Hacía una noche de perros, las gotas de lluvia se te clavaban en la carne como clavos.
-¿tienes frío?
No respondí.
Arranqué un par de ramas del árbol, y me quedé absorto observándolo, mientras me preguntaba que sentiría si me arrancaran partes del cuerpo y no tuviera posibilidad de expresar dolor, rabia, lástima... El sentimiento me dolió tanto, que rompí a llorar instantáneamente.
-Nunca antes sentí tanto frío, el interior de la gente se congela a mi alrededor, pero estamos ocupados como para darnos cuenta.
La sangre nos circula a 36 grados, pero al corazón regresa fría, tan fría como en realidad somos.

1 comentarios:

Javier Suárez Candel dijo...

yeah ese final.

Cómo te vea yo arrancar una rama! Primer paso para la esencia, parar, desocuparse para fijarse en algo así.