lunes, 19 de enero de 2009

Tardes castradas

Penúltimo en llegar al lugar, haciendo caso omiso de su instinto.
Se perdió sin llegar a asustarse, se quedó en ese breve lapso de tiempo que atormenta al consternado, sin llegar a helar la sangre del valiente. En la cámara sin colores, el lugar en el que tenía por costumbre esconderse en los momentos de incertidumbre.
Su camino siempre fué fácil, o así lo veía ahora. Nunca tuvo que afrontar decisiones dificiles que, por uno u otro motivo alguien había tomado por él.
Ahora todo era demasiado complicado, tenía que escapar demasiado a menudo a su espacio, y cada vez le era más difícil volver.
Temía, más que no volver, el que nadie se percatara de su ausencia.

1 comentarios:

Javier Suárez Candel dijo...

qué buena descripción, que bien relatado. No sigue? dan ganas de seguir leyéndola.