
Cierto día despertó inquieto, confuso, asustado. Tomó aire, intentó tranquilizarse, suavizó los contornos de la habitación con la mirada. Pero nada le llenaba el vacío que se le había creado.
De repente se dió cuenta que llevaba años quieto, que nunca podría recuperar el camino que no había andado, que el futuro siempre estaría años por delante suyo.
La sensación de agobio le ahogó, y decidió nunca más volver a detenerse.
Da ,desde entonces, pequeños pasos hacia arriba, hacia adelante, hacia el futuro.
Y ya no teme a nada ni a nadie. Ya no teme a nadie que no sea él, ya no teme a nada que no sea su pasado.