
Un atardecer de primavera, en la playa, con una humedad de la hostia, la luna saliendo preciosa y no pudiendo admirarla por estar encandilado con su reflejo.
No puedo evitar pensar que es precisamente nuestra admiración por su reflejo, lo que nos impide averiguar si una persona nos inspira alguna simpatía.
0 comentarios:
Publicar un comentario