El ritmo de la gente, el ritmo de la calle. El ritmo de la música, el ritmo del baile. El ritmo del corazón, el ritmo de la vida. El ritmo de Tokyo, el ritmo de la ciudad.
La realidad en ocasiones oculta su existencia. No podemos encontrarla, nos rodea invisible, jugando con nuestros sentidos, dejándose entrever tan solo para ridiculizarnos aún más. La realidad no siempre es la que queremos que sea, ni aun cuando nos la imaginamos porque no podemos verla. Triste existencia la del novato de la vida y experimentado del vivir.
En la vida cometemos muchos errores, aunque algunos digan que no lo son, que son pasos necesarios para llegar donde llegamos. No, cometemos errores, cometemos muchos errores. Pero la vida, indescripiblemente, nos premia con segundas, terceras, cuartas e infinitas oportunidades. Japón es solo una forma de llamar a un punto y aparte.
Me inquieta pensar que el mundo no es como lo percibo, que hay una realidad que se me escapa. Desde que tengo uso de razón, me planteo mi existencia, y este planteamiento no siempre acaba donde quisiera, a veces me perturba la sensación de que mi existencia no es más que un montaje de algún extraño ser que controla mi dimensión. Los hilos del destino, a veces pienso, no son más que lo que nos une a los mandos que nos controlan...